
Monticello
Víctor J. Vázquez
Yo. Nosotros
Días Rojos
LA postal navideña ha muerto. Este año sólo he recibido la de mis padres. Si alguien me envía alguna más ocurrirá el milagro. Y lo que es peor, familiares y amigos han perdido la bonita costumbre de llamar para felicitar las fiestas. Con la euforia del móvil, estos años atrás ya recibíamos esos ocurrentes sms para todos los gustos: el entrañable, el cachondo, el de mal gusto… Este año tendremos esa misma lluvia de mensajes aunque a través de la aplicación para smart phones, whatsApp. Ese fenómeno que nos mantiene conectados de manera compulsiva unos con otros para no vernos ni hablarnos. Sólo enviarnos mensajes cortos y emoticonos. Desde aquí hago un llamamiento a mis amigos más cercanos: no pienso contestar a ninguno de esos mensajes, queridos míos. Bastante fría ya es la Navidad con esta crisis Dickensiana como para acrecentarla con la ausencia de vuestras llamadas o vuestro calor.
También te puede interesar
Lo último