Urbanismo

¿En qué se parecen Nueva York y Vera?

Mahattan y el casco urbano de Vera tienen algo en común.

Mahattan y el casco urbano de Vera tienen algo en común. / Marco_lazzati / Víctor Visiedo

Nueva York: 8,5 millones de habitantes. Una de las ciudades más importantes del mundo. A 6.000 kilómetros en línea recta está Vera: poco más de 18.000 habitantes. Una enorme urbe de norte América y un pequeño pueblo del sureste español tienen, a priori, muy pocas cosas en común. Pero el arquitecto técnico e investigador Francisco Bernardo Pérez ha encontrado algo que une estos dos lugares tan distantes: su urbanismo.

El origen del entramado urbano del centro de Vera está en la segunda década del siglo XVI, después de que un terremoto destruyese la antigua ciudad en 1518. La nueva se construyó en un llano siguiendo las directrices del “Informe de como se a de fundar la Ziudad”, elaborado en 1519 por el corregidor D. Francisco de Castilla y Zúñiga. Inicialmente, tenía forma rectangular y estaba amurallada en su perímetro, para proteger el entramado urbano interior de rectas calles paralelas y perpendiculares entre sí, diseñadas con rasgos del urbanismo renacentista de la época, como el conveniente carácter militar de la calle principal, la actual calle Mayor y la dotación de una plaza de armas en el centro, la actual Plaza Mayor.

El entramado en forma de malla con grandes avenidas de la Gran Manzana de Nueva York es de principios del siglo XIX, es decir, 300 años posterior al de Vera. Pero, aunque pudiera parecer casualidad, ambas urbes están orientadas de la misma forma, de tal manera que dos veces al año se produce un fenómeno solar fascinante: el llamado Manhattanhenge —o el Verahenge en el pueblo almeriense, tal y como lo ha nombrado Francisco Bernardo Pérez—.

¿Qué sucede en Manhattan y en Vera los días de solsticio?

Si alguna vez han viajado a Nueva York Cada año en los días cercanos a los solsticios de invierno y de verano (21 de diciembre y 21 de junio, respectivamente), quizás se hayan encontrado con grandes aglomeraciones de personas observando el horizonte en los amaneceres de los días próximos al comienzo del invierno y en las puestas de sol de los días próximos al inicio del verano. "Lo hacen para ver aparecer el sol entre los rascacielos, al fondo de las calles neoyorquinas, posándose literalmente sobre las mismas", según explica Francisco Pérez. Es lo que se denomina Manhattanhenge, en referencia al monumento megalítico Stonehenge, donde sucede lo mismo.

Solo en esos dos momentos del año el sol aparece (o se pone) alineado con el entramado de calles y rascacielos. ¿Y qué tiene eso que ver con Vera? Pues quizás no se hayan dado cuenta, pero Francisco Bernardo Pérez ha documentado cómo en el pueblo almeriense sucede exactamente lo mismo en su avenida principal, la calle Mayor, que ve nacer el sol del solsticio de invierno y morir en el de verano, como se puede ver en la foto. Es el Verahenge.

Puesta de sol de los solsticios de invierno, en Manhattan y en Vera. Puesta de sol de los solsticios de invierno, en Manhattan y en Vera.

Puesta de sol de los solsticios de invierno, en Manhattan y en Vera. / Francisco B. Pérez

"Es un fenómeno muy exclusivo, ya que ocurre en relativamente pocas ciudades, siendo también muy mediáticos el Chicagohenge, el Torontohenge o el Montrealhenge", explica el autor de la investigación. Para que pueda tener lugar, se requiere que la ciudad tenga un trazado urbano uniforme, de calles rectas y paralelas entre sí, que estén orientadas a la salida o puesta del sol de los días solsticiales; justo lo que concurre en el casco histórico de Vera. "En fechas navideñas, en Vera podemos ver salir el sol por el mar frontalmente alineado con la calle Mayor y, al comienzo del verano, podemos verlo ponerse en línea con la calle Mayor si miramos a poniente desde esta misma calle, tal y como puede apreciarse en la fotografía", relata.

Francisco Bernardo Pérez es un gran estudioso de la orientación solar de las edificaciones, como muestra su reciente libro sobre la ermita de Teresa en Sierra Cabrera, cuyo reportaje pueden leer aquí. Conoce perfectamente cómo en la Antigua Roma se utilizaba la luz del sol saliente para orientar la planificación urbanística de sus ciudades y campamentos, mediante el cardo y el decumano. "El Decumanus Maximus era la calle principal que se orientaba hacia la salida del sol, en dirección cercana al eje este – oeste y el Cardo Maximus era la otra calle principal, de dirección perpendicular al Decumanus Maximus", explica en su investigación sobre Vera. Ya en la época del emperador César Augusto se utilizó la luz del sol saliente del solsticio de invierno como principal referencia para la arquitectura pública del Imperio Romano, para orientar sus construcciones más importantes. Era la referencia principal de orientación porque el solsticio de invierno coincidía con el culto a Saturno, dios romano del tiempo, la agricultura y la cosecha, siendo el 25 de diciembre cuando se celebraban las fiestas saturnales, en las que se festejaba que el sol vencía a la oscuridad y los días dejaban de acortarse. "Ciudades enteras del Imperio Romano fueron construidas orientándose a la salida del sol del solsticio de invierno; los romanos creían que, si sus ciudades estaban alineadas con la salida del sol de ese día, Saturno podría traerles buena fortuna y éxito en las cosechas", y pone como ejemplo el caso de Caesaraugusta (Zaragoza).

Ortofotografías de Manhattan (a la izquierda) y el casco histórico de Vera (derecha). Ortofotografías de Manhattan (a la izquierda) y el casco histórico de Vera (derecha).

Ortofotografías de Manhattan (a la izquierda) y el casco histórico de Vera (derecha). / Francisco B. Pérez

El urbanismo solar de Vera: un guiño a la Reconquista

La investigación de Francisco Bernardo Pérez, publicada en su libro “La Iglesia-Mezquita del lugar de Teresa”, explica que las calles centrales vertebradoras de la ciudad de Vera fueron las hoy llamadas Juan Anglada y Mayor, dispuestas como los clásicos cardo y decumano de la Antigua Roma. Para orientar el decumano de la nueva ciudad, la actual calle Mayor, se utilizó la luz del sol saliente próximo al solsticio de invierno, por un motivo esencial: con esta orientación, la ciudad quedaría frontal y paralela a la línea costera, satisfaciendo así la principal necesidad estratégica de defensa, habida cuenta de que, en esa época, las persistentes y crueles incursiones desde el mar por el corso berberisco suponían la máxima amenaza para la supervivencia en este territorio.

Pero el arquitecto y divulgador ha percibido que la calle Mayor no está exactamente orientada a la salida del sol del solsticio de invierno, ya que su orientación de 117,65 grados sexagesimales difiere en 2,35 grados de los 120 que tiene la posición del sol saliente en el solsticio de invierno.Esa pequeña diferencia corresponde a una posición del sol saliente 11 días antes u 11 días después del solsticio de invierno, lo que llevaría a la significativa fecha del 1 de enero como probable día en el que se usó la luz del sol saliente para fijar la dirección de la calle Mayor. 

¿Por qué esa desviación? La teoría de Francisco Pérez es que, si como parece, la orientación de la calle Mayor se hubiera fijado durante la salida del sol del 1 de enero (del año 1520 o del año 1521), muy posiblemente habrían reparado en que la separación de 11 días que hay entre el 1 de enero y el 21 de diciembre (solsticio de invierno) es la misma que hay entre el 21 de junio (solsticio de verano) y el 10 de junio (histórico día de la toma de Vera por las tropas cristianas del rey Fernando El Católico), lo que hace que la dirección de la luz del sol saliente del 1 de enero sea, y es, la misma que la dirección del sol en su puesta del 10 de junio. "Si por esta razón, los creadores de la ciudad de Vera pudieron pensar, en su momento que la orientación de las calles también serviría para conmemorar anualmente, in saecula saeculorum, el simbólico 10 de junio mediante una excepcional puesta de sol en ese día, este “Verahenge” sería, además de un fenómeno astronómico-urbanístico, un guiño a nuestra historia", concluye.

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