Almería y sus personajes I Juan Valdivia Melchor Fundador de ‘Óptica Valdivia’

“Cuando empecé la vista se graduaba en joyerías”

  • Lleva trabajando en el mundo de la óptica desde los 13 años (1966) y su primer sueldo fue de 400 pesetas

  • Se jubiló en febrero de 2020

Juan Valdivia, ante su óptica.

Juan Valdivia, ante su óptica.

Lo conocí a través de la peña taurina ATA, a cuya directiva pertenece. Persona amable, cercana, comunicativa, ha trabajado en el mundo de la óptica 55 años. No sabe calcular cuántas gafas ha hecho en este tiempo pero calcula que varios miles. Se jubiló a principios de 2020 pero raro es el día que no se da una vuelta por ‘su’ Óptica Valdivia... que ya no es suya. Lo lleva en la sangre.

–Suena raro pasar ante Óptica Valdivia y no verte dentro...

–Más raro se me hace a mí levantarme y no coger la moto para ir para allá tras tantos años. He trabajado más de 50 en el mundo de la óptica, primero como empleado de Juan Cuadrado y luego en mi propio negocio.

–Pero tú empezaste a trabajar en Joyería Miras.

–Sí, pero es que en aquellos años no existían las ópticas, al menos en Almería, y la vista se graduaba y las gafas se hacían en joyerías. Empecé a trabajar en 1966, con sólo 13 años, de ‘chico de los recados’. Poco a poco me fui pegando a la sección de óptica y me formé a base de cursos del único Colegio de Ópticos que había en España, que estaba en Madrid.

–Pues con 13 años te pegaba estar jugando en la calle.

–Mira, yo nací en Regiones cuando aquello estaba sin urbanizar y casi todo era vega. Los chiquillos estábamos el día entero en la calle jugando al fútbol. Recuerdo a Antonio Delgado, Pepe el Técnico, Pepe el Tapicero, Pepe el del bar El Pío... Nos conocíamos así y creo que nunca llegamos a aprender nuestros nombres.

"Los grandes avances de la óptica fueron los cristales fotosensibles, que cambiaban de color, y las lentillas”

–Pero pronto se acabó aquella vida tan feliz.

–Ya te digo, demasiado pronto empecé a trabajar, primero sólo en verano hasta que empezaba el colegio; pero un año ya no volví. Estuve seis años en Joyería Miras y allí aprendí a ser óptico.

–Con un sueldo muy bajito...

–¡400 pesetas fue mi primer pago! Era lo que costaban unas gafas de aquellas de armadura de pasta negra de los años 60. Claro que al hacer los recados me daban algunas propinillas. Con ellas me compré mi primera moto para ir más rápido y no darme esas ‘pechás’ de andar.

–Hasta que Juan Cuadrado abre su óptica y te lleva con él.

–Sí, fue la segunda de Almería, tras Óptica Médica. Ya te he dicho que de cuestiones de la vista se encargaban las joyerías. Tenía yo 20 años y a su lado estuve trabajando 28 años. Para mí fue como un padre. Lamentablemente murió hace un mes. Me sentía como parte de su familia, era un lujo trabajar en lo que me gustaba y con un jefe que me trataba con esa humanidad y afecto. Yo le correspondía lo mejor que podía, sin mirarme nunca el reloj y estando en el taller todo el tiempo que hiciera falta.

"La primera clienta que entró a mi óptica me regaló un San Pancracio y siempre lo he tenido en el local”

–Y aquella rudimentaria óptica tomó rango universitario.

–Dejó de aprenderse en las joyerías y se hizo titulación universitaria. Ello propició los dos grandes avances de la óptica: la aparición de los cristales fotosensibles, que se oscurecían con la luz; y las lentillas, las primeras de las cuales eran duras y blandas, toda una revolución visual. Pero eran muy primitivas y no todos los ojos las aguantaban.

–Hasta que en 2005 montas tu propio negocio.

–Recuerdo que la primera clienta que entró, buena amiga, miró y dijo: “No veo a San Pancracio, yo te regalaré uno” y hasta el último día lo he tenido señalando con el dedo hacia adentro, para que el dinero se quedará allí.

–¿Qué te pasó con aquella viejecica tan sorda?

–¡Ja, Ja ja! Al principio hacíamos audiometrías. Una mujer llevó a su madre varias veces porque no oía nada. Le hice un aparato para la sordera y cuando se lo puse y le hablé dio un respingo que nos asustó. Empezó a abrazarme porque ya ni se acordaba del sonido de la voz humana. Yo creo que se le había olvidado hablar, articulaba sonidos muy raros.

En plena jornada laboral. En plena jornada laboral.

En plena jornada laboral.

–¿Y con Canal Sur?

–Una mañana iba oyendo esa emisora y llamó un hombre con voz compungida: su padre necesitaba un audífono y no podía comprárselo. Me tocó la fibra sensible, llamé por teléfono y se lo regalé. Pero no fue nada agradecido ya que quería que fuese a Los Palacios a ponérselo yo. Encima medio se mosqueó

–Pero todo aquello acabó hace casi dos años.

–En febrero de 2020 me jubilé tras 55 años de trabajo y ahora me dedico a mis aficiones, el fútbol y, sobre todo, los toros.

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