Comunicación (Im)pertinente

Francisco García Marcos

Los otros

Los otros de España han vuelto a mostrarse en la acusación judicial a Begoña Gómez

Los otros fue la tercera película de Amenábar. Narraba la irresoluble convivencia entre una familia y los fantasmas dentro de una misma casa. La mera existencia de los otros desquicia una situación ya de por sí delicada.

En los primeros años de la Transición, en España hemos vivido con el holograma de los otros amenazando la espalda de sus ciudadanos. Había que andar precavidos para no molestar a los fantasmas del Franquismo, no fuera a ser que retomarán corporeidad e hiciesen descarrilar nuestra historia. Parecían haber desaparecido finalmente, pero tan solo estaban agazapados.

Los otros de España han vuelto a mostrarse en la acusación judicial a Begoña Gómez. Un sindicato fascista lanza una denuncia, basada en fake news, como ellos mismos reconocen. Pero a un juez le basta, incluso contra la opinión de la fiscalía.

Es inevitable que quienes tenemos unos años sintamos escalofrío histórico. Los otros nunca se fueron del todo, perennemente dispuestos a volver al pasado. No me preocupa en exceso el componente político del episodio. Sánchez, un animal político incombustible, encontrará como sobrevivir por enésima vez. Sí me preocupa,en cambio, el componente simbólico, la asfixiante sensación de que los otros han perdurado y los cobija una parte de la clase política. Sin ir más lejos la ultraderecha trumpista española (Díaz Ayuso) amenazaba con consecuencias de incomodar a los jueces. En un estado democrático solo la soberanía popular está exenta de dar cuentas. Los demás, incluidos los jueces, también deben responder por lo que hacen.

Por supuesto, lo más lamentable del suceso es lo que está padeciendo la esposa del presidente. Esa es una línea roja que se ha sobrepasado de forma vergonzosa, intolerable. De nuevo la derecha trumpista española ha encabezado las operaciones, lo que lleva a dudar del alcance último de los otros. A diferencia de lo sucedido en Alemania o Italia tras la II Guerra Mundial, en España siempre hemos tenido la sensación de que parte del fascismo se transmutó en una derecha con sospechosas connotaciones. Sucesos como este, prácticas como estás, muy al margen de lo tolerable, confirman que, además de los otros, están estos. Y empiezan a ser un lastre democrático demasiado preocupante.

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