Democracia, Begoña y el César

Democracia es que todos somos iguales ante los jueces; que el presidente del gobierno y su familia estén sujetos al imperio de la ley

En el culmen del paroxismo, en días de teatrillo e intento de ‘idiotización’ colectiva, asistimos al enésimo proyecto de distorsión y prostitución del término democracia, tendencia impenitente en la historia de la izquierda.

Los que en 1931 nos querían convencer, y han seguido haciéndolo, de que unas elecciones municipales ganadas por partidos monárquicos legitimaban el tránsito de monarquía a república; los que en 1934 naturalizaban a una subversión popular emanada del engaño de políticos a obreros y a una declaración de independenciacatalana; los que han construido una oficial, torticera y sesgada visión de la historia que incluye la imagen idílica de la República y la criminalización de quienes defendieron derechos humanos como la propiedad, la libertad de culto y de educación en 1936, plantando cara al intento de dictadura proletaria y soviética que propugnaban aquel PSOE y sus sindicatos, ahora quieren hacernos creer que ‘democracia’ es lo que ellos dicen.

Nos cuentan que ‘democracia’ es ‘defender’ a la esposa del presidente contra un juez que encuentra indicios de delito en sus estrambóticos comportamientos empresariales e inicia, como es su obligación, una investigación para aclararlos. Para ellos, investigar a la mujer de Pedro I El Falso es atacar a la democracia. Para ellos siempre ha habido dos varas de medir: la de los mortales y la que los mide a ellos y a sus afines, a ‘Begoñe’ Gómez y a otras ‘Begoñes’, como Juana Rivas, a la que protegieron y afirmaron que “está en mi casa”.

Pero democracia es lo contrario: es la libertad de cada poder de actuar conforme a la ley sin que los otros se entrometan; es que el legislativo sea libre para hacer las leyes, el ejecutivo autónomo para gobernar y el judicial juzgue si se cumple la ley, independientemente del sujeto.

Democracia es que todos somos iguales ante los jueces; que el presidente del gobierno y su familia estén sujetos al imperio de la ley; lo contrario a lo que ocurre en las dictaduras, en Venezuela y Cuba, en la URSS y la RDA, en la España franquista, donde la ley no era igual para todos. Dijo Julio César que “la mujer del César no sólo debe ser honrada, sino también parecerlo”. Más de veinte siglos después, debemos conformarnos con que sea honrada y, en el caso de ‘Begoñe’, hay serios indicios de que no lo es. Democracia es que los jueces sean libres para esclarecerlo.

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