Quizás porque ya va siendo cierto que me estoy haciendo mayor, me vienen con más frecuencias recuerdos de mis benditos primeros años de vida. Pero como no me gusta vivir de recuerdos, de momento relaciono esos recuerdos con mi vida actual. Digo lo anterior, porque hace unos días leyendo unos papeles de la UNED sobre economía circular, me vino a la cabeza mi querido Antonio, el basurero que con su carro pasaba todos los días por el Reducto, a primera hora, recogiendo la basura; recuerdo perfectamente cómo las mujeres sacaban su cubo, y se lo entregaban para echarlo en el carro, ayudándose para ello de un artilugio curvo de chapa de hierro. Todos se saludaban y se comentaban alguna novedad. Pero a media mañana, volvía a pasar Antonio con su carro, ahora limpio y lleno de manojos de alfalfa que las mujeres compraban para los conejos que “criaban en el terrao”. Bueno, pues resulta que lo que hacían Antonio y las vecinas del Reducto, era “Economía circular”. Y eso se hacía también en otros barrios de Almería e imagino que en más ciudades. ¿Por qué no lo comentamos y le damos la importancia que tenían esas labores?

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