El medio y el ambiente

Envejecimiento productivo

Lo único que se necesita es hablar sinceramente, y eso, en un velador de un café es posible hacerlo. ¡Austeridad!

Estä claro que la esperanza de vida aumenta, y el número de nacimientos disminuye; por lo tanto, la proporción de personas mayores se va haciendo considerable. Como consecuencia, surge la siguiente cuestión: ¿qué hacemos con los mayores?. Y entre los mayores que estamos de buen ver, nos surge la siguiente cuestión: ¿qué hacemos con lo que sabemos?

Una forma de que todos saliéramos contentos y beneficiados, sería promover el llamado envejecimiento productivo, que por lo visto no es una tontería, porque es un movimiento surgido hace pocos años, y que va tomando fuerza. Por una parte, se trata de aprovechar los conocimientos y la experiencia atesorados por los mayores, y por otra parte, los mayores disfrutaríamos de un envejecimiento productivo.

Un inciso: está claro que la formación, en todas las actividades de la vida, debe ir dirigida mayoritariamente a los jóvenes, que son quienes más la precisan y más largo tienen su futuro profesional. Pero está claro, también, que hay mayores que han procurado “estar al día” durante toda su vida profesional, con lo cual conocen las inquietudes de los jóvenes. Y está claro que esos mayores habrán pasado por situaciones que son nuevas para los jóvenes, ¡para eso son jóvenes!. Es en esos casos cuando el “veterano” puede acortarle el tiempo de reacción al joven, y es cuando son útiles, no “las batallitas del abuelo”, eso no, son útiles sus experiencias vividas en casos similares. Tengamos en cuenta que en un trabajo hay situaciones que le parecen nuevas al trabajador joven, pero lo más seguro es que ya hayan ocurrido antes, y ya las haya vivido un veterano. De eso se trata, de que el veterano le cuente su experiencia y el joven haya adquirido capacidad de análisis y de aprovechamiento, de esas experiencias. De ese modo, el joven acelera su aprendizaje, y lo amplía, y el mayor se siente feliz por haberle sido útil al joven. El mayor solamente necesita esa felicidad.

De ahí la figura del mentor, que hace feliz al mayor por sentirse útil, y alivia tensiones del trabajo en el joven. El problema es ¿cómo articular esa colaboración en la práctica?. Un procedimiento sería que el Sénior tuviera presencia física en la empresa, lo cual, pienso que a la larga, daría problemas. Y otro procedimiento sería llevando a cabo la mentorización fuera de la empresa, lo cual proporciona más libertad al joven y al veterano.

Un ambiente externo da más libertad a la conversación. Además, tampoco hacen falta aulas virtuales ni nada por el estilo. Lo único que se necesita es hablar sinceramente, y eso, en un velador de un café es posible hacerlo. ¡Austeridad!.

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