Los gobiernos pueden querer que los Parlamentos hagan leyes para que las cumplan los ciudadanos, pero ¿para que las cumpla el clima?, eso es como querer contar los granos de arena de la playa de Cabo de Gata. ¡Por cierto!, no tengo información sobre las salinas. Habrá que trabajar en ello. A lo que iba: que al clima no se le pueden poner normas. Que está cambiando, pues si. Y algunos comenzamos a decirlo cuando poco menos que nos tomaban por majaras al escucharnos. Durante los años transcurridos desde entonces, menos al célebre Ramonet, sempiterno Campeón de España de Charlatanes, dicho sea sin ánimo de molestar, he oído predicados de todo tipo para controlar el clima. Pero casi siempre han sido políticos los que predicaban sobre el tema y las leyes que iban a proponer para que éste dejara de ser díscolo. Y éste, el clima, lógicamente, ha hecho oídos sordos. Los problemas del cambio climático, amén de estar repleto y rodeado de intereses variopintos, requiere tomarlo en serio y, aunque parezca mentira, para eso puede venir bien que un matemático ayude a los políticos a extrapolar “aplicaciones” del Teorema de Weierstrass que dice que: “una función continua transforma intervalos compactos en intervalos compactos”. Es decir, que para estudiar y solucionar problemas de cambio climático, hay que estudiar el cambio climático. Así que, seguiremos hablando del tema. ¡A mí me preocupa!. ¿Y a vosotros?.

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