Bicheando en internet me he encontrado el pdf del libro “Los sentidos del absurdo (Destino y tragedia en Albert Camus) de Ángel Ramírez Medina, editado por la Universidad de Granada y eso me ha llevado a anotarme releerlo, en especial La Peste así como algo de Sartre y Beckett de quienes hace unos días estuve buscando algo en una de mis librerías de viejo. A Camus le honra, entre otros hechos, que cuando ganó el Premio Nobel en 1957, tras los días de celebración de los fastos que el acontecimiento conlleva, le escribió una carta, de su puño y letra, a su maestro de primaria, Louis Germain, que convenció a su abuela para que Albert ingresara en la Escuela Secundaria, además de ayudarle a preparar el correspondiente examen. Actualmente, cuando se habla de un buen maestro, el calificativo se le aplica a quien explica bien y “cumple con el programa”. El buen maestro es el que les deja una “marca de humanidad” que no se borra nunca. A mi me la dejaron, entre otros: don Rafael en la calle Real, otro don Rafael en la calle de la Reina, doña Pilar, don Pascual, don Juan Pardo, don Antonio López Ruiz y don Francisco Sáiz Sanz, en el Instituto. De la Universidad destaco a Juan José Giménez (con G) y a Isidro, y por otra parte, a don Fermín Capitán y a Pepe Mira. ¡He sido muy afortunado!

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