El medio y el ambiente

Newton, Einstein y los de los elixires

Newton, el de la manzana, declaró universal su Ley de la gravitación. Al ver caer una manzana del árbol al suelo, en su jardín, exclamó ¡eureka! porque en ese preciso momento descubrió su ley. Lo de ¡eureka! lo dudo, porque también dicen que lo dijo Arquímedes con la lo de la fuerza del empuje que experimentan los cuerpos sumergidos, cuando se le resbaló la pastilla de jabón en la bañera y flotaba. Pero vamos a dejarlo así. Lo cito porque Einstein, cuando lo de la relatividad, no la declaró ni universal ni eterna, todo lo contrario, dijo que eso habría que revisarlo. Y ahí están los físicos tratando de revisar “lo que los dos dijeron” porque dicen que el Universo ha aumentado de tamaño.

Y mientras, en esta nuestra sociedad, hay personajes que hablan con un aplomo y una seguridad, que parece que están en posesión de la verdad absoluta. Que tienen, como decía don Quijote, el bálsamo de Fierabrás que todo lo cura. Pues no. En realidad son “pobres gentes”, como decía Antonio Machado. Son vendedeores de elixires de las películas del Oeste. No le llegan al Ramonet ni a las suelas de los zapatos.

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