El medio y el ambiente

¿Vivan los almanaques!

Ahora los financieros, sobre todo los de las grandes empresas, ya utilizan otros mecanismos más finos y más elegantes

Estas líneas están escritas en Diciembre, que además del mes de la Navidad, para mí, es el de los almanaques. Pero no cualesquiera. Solamente de dos tipos.Cuando comencé a tener despacho, intenté acostumbrarme a los “tacos Myrga de sobremesa”, que se usaban para anotar mientras hablabas por teléfono, y las citas. No conseguí acostumbrarme. Prefería la libreta. “Simultáneamente y a la vez” que decía un amigo, se usaban los de pared con el nombre de la empresa que te los regalaba bien grande y faldones grandes, con recuadros grandes, con números grandes, donde normalmente se anotaba el último día de pago de “lo oficial” y los vencimientos de las letras de cambio, sobre todo para renovarlas.

Los almanaques han desaparecido, y las letras de cambio, también. Por cierto, recuerdo que lo primero que me enseñó de las mismas mi amigo Andrés S. fue: “nunca firmes ninguna que yo, una vez firmé una, y si por poco la pago”. Un genio y con muy buen humor.

Ahora los financieros, sobre todo los de las grandes empresas, ya utilizan otros mecanismos más finos y más elegantes, sobre todo para dilatar los pagos, pues en uno de esos periódicos “salmón” de estos días he leído que en España, que aún existe, pagan a 120 días, mientras que en ¿Europa o el resto de Europa? que no sé cómo ponerlo, pagan a 30 días.

Bueno, a lo que iba, a los almanaques. Pues que mi hijo mayor ya ha cumplido conmigo como todos los años, pues ya me ha regalado ni más ni menos que el Almanaque Zaragozano de 2024. Y no sólo eso, sino que me ha conseguido uno de pared de los que me gustan de la empresa de un amigo suyo, que es “un tío serio” y todavía los sigue haciendo. Como decían Cela y su amigo, el médico de Archidona, sobre “el mozo” del suceso en el cine de dicho pueblo: “gloria y loor de España y sus instituciones”. Y me adhiero a la afirmación, aunque el entrecomillado hoy no sea de total aplicación, porque hay alguna que otra institución que está siendo “tema de comidillas maledicentes”.

Así que ya estoy equipado para mantener al día mi agenda de compromisos, que fundamentalmente se reduce a las visitas al médico y a tomar café con algún amigo. Yo no tengo viajes programados, y menos tan lejos como Suiza o Bélgica. Por cierto, que me acabo de acordar que cuando íbamos a ver alguna finca, siempre nos llevaba el que vendía, y en los viajes esos de Bélgica y de Suiza, no sé quién los organiza, ni quién invita. ¡A que pagamos los que no tenemos nada que ver en esas conversaciones!

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