El Pingurucho

aDRIANA vALVERDE

Con más fuerza

Las derechas no aceptan el hecho de que estar en la oposición forma parte del juego democrático

Ejercer Nuestro país avanza como nunca antes había ocurrido. Hoy estamos en primera línea de la defensa de la justicia, del feminismo, del europeísmo, del medio ambiente, y de los valores y políticas progresistas. Es un hecho que las decisiones adoptadas por Pedro Sánchez desde su llegada al Gobierno en 2018 han robustecido nuestra economía, al tiempo que han blindado derechos fundamentales. Los cantos de sirena del catastrofismo que lleva años entonando la derecha no han podido ocultar los beneficios sobre las familias españolas de esos 21 millones de afiliados a la Seguridad Social, la subida del SMI, la revalorización de las pensiones y un crecimiento económico 5 veces por encima de la media europea.

Todos estos avances se han logrado haciendo frente a la tormenta de bulos, descalificaciones, injurias, mentiras y calumnias de la derecha y la ultraderecha a través de medios de comunicación creados con el propósito de tumbar al presidente que más coraje ha demostrado tener de nuestra historia reciente. Con el apoyo inestimable de las redes sociales, han inoculado la sospecha hacia Pedro Sánchez en grandes capas de la sociedad, han tachado sus gobiernos de ilegítimos, ilegales y autoritarios, y, en esa escalada infame, han llegado a lanzar las más viles mentiras sobre su esposa e incluso sobre sus hijas.

Esta estrategia de acoso y derribo contra Pedro Sánchez, lanzando mentiras como el que tira piedras contra un muro, no es nueva. La hemos visto en Estados Unidos, con un presidente que alentó el asalto a la Casa Blanca, agarrado al sillón, burlando el mandato de las urnas. Lo hemos visto en Portugal y Brasil, con presidentes abocados a la dimisión e, incluso, la cárcel, ante denuncias falsas. Y estamos viéndolo ahora, con un presidente en España que, después de haber logrado los mayores hitos de bienestar de nuestra historia, se pregunta si merece la pena continuar.

Las derechas no aceptan el hecho de que estar en la oposición forma parte del juego democrático y, cuando no gobiernan sienten que se les ha usurpado un espacio político -el del poder- que por ley natural creen que les corresponde. Y la figura de un presidente que, como el ave fénix, se hunde en la cenizas para renacer y volar aún más alto, les resulta insoportable. Pero por suerte para España, continúa su mandato y con más fuerza que nunca.

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