El ingenioso

Y El Quijote no renta nada. No nos hagamoslos importanciososcon El Quijote

Ala sazón y colación del reciente día del libro y de la defunción del prestigioso filólogo Francisco Rico, experto en El Quijote, hago mención a su necesidad, a la necesidad de expertos, no de filólogos que filólogos haylos y de sobra pero no tan expertos y menos expertos en El Quijote. Y reseño que los filólogos que quieren ser expertos por más nunca elegirían El Quijote a sabiendas de los pocos réditos que les daría. Réditos, que no créditos, que tampoco pero la palabra clave es réditos. Todo debe de dar réditos y apuntes contables. No se ha de hacer nada un minuto sin que comporte un asiento que luego pese en el balance. Y El Quijote no renta nada. No nos hagamos los importanciosos con El Quijote. El Quijote ya no lo lee prácticamente nadie si no es por imposición de profesores mostrándolo como algo que escribió un tal Cervantes, para torturar con saña a los alumnos de la ESO y Bachillerato, o como parte de planes de estudios, pero que a nadie le interesa salvo para conmemoraciones y lecturas ininterrumpidas. El día del libro, el día del Quijote, el día del coñazo. Menos importancias y más transmitir gusto por los clásicos. Por el clásico de los clásicos, por la novela de las novelas, orgullo nacional con n de nacional, sin edulcorantes, ni dibujos animados, sin marionetas para niños, sin recortables, sin cromos, sin estampitas. Miren el titular, El Quijote, la novela más importante de la historia, escrita por un español y la novela menos leída precisamente por los españoles. No hacen falta traducciones, no hacen falta sesudos estudios de interpretación para entender nada, no hace falta leerla como un filólogo, sólo hace falta leerla y degustarla con ese lenguaje rico, como el filólogo difunto. A fuerza de transmitirla como de elevación suprema o como burda simpleza, hemos transmitido lo que ya paradójicamente transmitió Cervantes, el odio por los libros. Simplistas como pocos los españoles hemos reducido el Quijote a la aventura minúscula de los molinos de viento. No hemos caído ni caeremos nunca en la cuenta de que lo importante era el donoso escrutinio de libros, el expurgo, el tirar libros a la basura para considerarlos tóxicos, mientras hablamos bien de ellos. Además al final, el sabio entre los sabios, más molido a palos en vida tortuosa que su creación, fue además futurólogo y adivinó que nos pasaríamos los siglos averiguando quién rebuzna mejor.

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