Casi todo lo interesante está escrito. Por ejemplo, estos renglones que vienen a continuación los escribió Maquiavelo en su “El Príncipe” allá por 1513. “El siciliano Agátocles… se convirtió en rey de Siracusa. Hijo de un alfarero, llevó una conducta reprochable en todos los períodos de su vida; sin embargo, acompañó siempre sus maldades con tanto ánimo y tanto vigor físico, que entrando en la milicia llegó a ser, ascendiendo grado por grado, pretor de Siracusa.” “Se puso de acuerdo con el cartaginés Amílcar, que se hallaba con sus ejércitos en Sicilia, y una mañana reunió al pueblo y al Senado… y a una señal convenida sus soldados mataron a todos los senadores y a los ciudadanos más ricos de Siracusa.” “Ocupó entonces y supo conservar como príncipe aquella ciudad, sin que se encendiera ninguna guerra civil por su causa.” Quien estudie, pues, las acciones de Agátocles y juzgue sus méritos, muy poco o nada encontrará que pueda atribuir a la suerte; no adquirió la soberanía por el favor de nadie, como he dicho más arriba, sino merced a sus grados militares, que se había ganado a costa de mil sacrificios y peligros; y se mantuvo en mérito a sus enérgicas y temerarias medidas.” Ahora bien, con sus méritos, esfuerzos y sacrificios, pudo adquirir poder pero no gloria.

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