Tribuna

Eliseo Monsalvete Mazo

No he votado al PSOE para esto

No he votado al PSOE para esto

No he votado al PSOE para esto

En las últimas elecciones generales del 23 de Junio, las opciones de voto estaban muy polarizadas entre 2 bloques, que no correspondían precisamente al eje izquierda-derecha, sino que eran otros vínculos los que facilitaban sus afinidades, nacidos de un rechazo a una excesiva corrupción del partido gobernado por Rajoy y acabados en una moción de censura en el año 2018.

Las encuestas parecían favorecer claramente al PP por una amplia mayoría; y en último caso, podría encontrar el apoyo del partido Vox. El PSOE, a pesar de los excesivos cambios de opinión de sus dirigentes y del blanqueamiento de sus alianzas poco éticas (como es llegar a acuerdos con partidos como Bildu, que todavía no condena el uso de la violencia como arma política, a pesar del pasado de muchos de sus representantes como portavoces y colaboradores del grupo terrorista ETA; o con otros grupos que pretenden romper el Estado, alegando que España no es una democracia y que existen presos políticos actualmente), todavía me parecía que era un partido en el que existían algunos líderes sensatos, con un discurso fundamentado, con una experiencia ejecutiva y con un sentido de Estado, que habían jugado un papel fundamental en los años de incertidumbre del procés y durante la pandemia. Incluso cuando escuchaba los discursos de la vicepresidenta Yolanda Díaz en contraste con los emitidos por la élite de Podemos me parecían más claros, más respetuosos con los adversarios políticos y que atendían más a los problemas reales de los ciudadanos.

Por el otro lado, la opción del PP, que en principio parecía más moderada y dialogante tras la llegada de Feijóo, cuando empezó a verse ganadora, actuó de forma arrogante, rechazó asistir a debates, despreció a RTVE como partidista, culpó a la Sociedad Estatal de Correos y Telégrafos de dificultar la emisión del voto por correo y propuso la desaparición de algunos ministerios sin razón alguna. Además justificó con una simple eficacia aritmética el apoyo y la colaboración gubernamental con Vox, lo que suponía una vuelta al Franquismo ideológico, con el regreso de la irracionalidad, el discurso racista, el machismo como modelo cívico y la pérdida de derechos conseguidos por muchos ciudadanos que piensan y expresan sus orientaciones sexuales de una manera libre y segura.

Ante la ausencia de un partido centrista que hable de ciudadanos mas que de territorios y que piense en el país como conjunto, con respeto a las diversidades pero con una clara vocación de acuerdos que beneficien a la mayoría y bajo los principios de igualdad y solidaridad, tuve que decantarme por la opción que creía menos mala, la del Partido Socialista Obrero Español.

Pero las iniciativas que hemos visto hasta ahora, no del PSOE, que no hemos visto ninguna, sino de sus supuestos aliados (petición de Amnistía, con vía unilateral a la independencia tras conseguirla, nuevo avance a la plurinacionalidad, concierto económico específico para Cataluña, reconocimiento de los procesados como presos políticos; y, para más inri, abandono de la vía judicial para los independentistas con sumisión de los tribunales a lo legislado por el Parlamento y sin ningún arrepentimiento de sus delitos sino que están dispuestos a repetirlos) van dirigidas a pervertir los pilares de nuestra democracia, y en contra de la división de poderes, de la legislación vigente y de los principios de igualdad y solidaridad que debe cumplir todo estado que se precie de haber conseguido una democracia plena.

La única iniciativa del Gobierno, aunque no sabemos si es bajo su consentimiento, ya que la transparencia y claridad de lo acontecido brilla por su ausencia, ha sido la visita que ha realizado nuestra vicepresidenta en funciones a un prófugo de la justicia que se autoproclama representante del pueblo catalán (con un porcentaje cercano al 10% de votantes en Cataluña) para conocer cuáles son sus exigencias para apoyar la investidurade Pedro Sánchez (un gobierno legítimo a expensas de un fugado de la justicia en un país democrático).

Ante las propuestas de sus supuestos aliados, que no parecen aportar ninguna concesión a sus objetivos ni a la forma de alcanzarlos (incluida la violenta), los representantes del gobierno en funciones, responden con vaguedades y generalidades, sin ninguna concreción. Esta falta de iniciativa gubernamental nos deja a todos los ciudadanos en desconcierto absoluto, con una gran incertidumbre, pero sobre todo con una desconfianza absoluta en el partido que ayudó de una manera firme y consistente a la llegada de la democracia a este país y a su consolidación. Su manera estratégica de vender unos privilegios a una minoría en contra de la inmensa mayoría puede acabar con la visión de futuro que muchos votantes hemos demandado al PSOE, y que en esta ocasión nos vemos totalmente defraudados con sus políticas infundadas y cortoplacistas.

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